16 May Las cosechas de nuestra lucha
BECA lleva más de treinta años de trabajo comprometido contra la violencia hacia niñas, niños y adolescentes, con énfasis en el abuso sexual. Cuando casi nadie hablaba sobre este tema tan arraigado en la sociedad paraguaya, nosotras visibilizamos la problemática y empezamos a construir una metodología de trabajo colectiva y humanizada; la cual, con el correr del tiempo, sigue siendo la principal impronta de la organización.
Hay muchas maneras de combatir la violencia hacia niñas, niños, adolescentes y mujeres, pero en BECA siempre apostamos por la prevención a través de la educación. En estas tres décadas, los programas de prevención se realizaron con los grupos de base y sus propios protagonistas: las niñas, niños y adolescentes. También trabajamos con recursos protectores como las familias, las comunidades, las y los docentes, con programas de atención y otras estrategias que continuamos mejorando desde los aprendizajes que nos da la experiencia. No nos quedamos solo con lo que ya hicimos, sino que vamos incorporando nuevas formas de defender los derechos humanos.
Una educación transformadora
Nuestra apuesta por la educación es desde una mirada amplia: construimos nuestra metodología a partir de lo que las y los participantes quieren conversar, aprendemos juntas/os, producimos conocimiento a partir de estas experiencias y aplicamos nuestros aprendizajes en cada nuevo desafío que se nos presenta.
Reflexionamos y creamos formas diferentes de intervención con perspectiva en derechos humanos y compartimos nuestros logros y aprendizajes. Esto lo hacemos cuidando la coherencia y el rigor de la producción que nos caracteriza. Nada es improvisado, hay un largo proceso de debates y reflexiones detrás de cada una de nuestras acciones.
Uno de los mayores aprendizajes adquiridos siendo educadoras es la importancia de poner el foco en las y los propios protagonistas. Apostamos por la intervención psicosocioeducativa de las y los actores de cada comunidad con la que trabajamos en prevención de violencia y además confiamos en que todas las personas pueden aprender para modificar las situaciones de violencia.

Nuestra militancia y compromiso también es la impronta de nuestra organización, ponemos el cuerpo para gritar contra las injusticias. Nos mantenemos firmes para exigir los derechos de todas las niñas, niños y adolescentes. Apuntamos a que el Estado, como garante de derechos, cumpla con su obligación.
Una construcción colectiva con las y los propios protagonistas
El trabajo en colectivo nos caracteriza, los saberes que aporta cada una de las personas del equipo son escuchadas y confluyen para seguir construyendo.
El trabajo directo con niñas, niños y adolescentes nos impulsa. Con ellas aprendemos, reímos, nos vinculamos y soñamos con un futuro mejor. Llevar adelante un proceso transformador y sanador con ellas y ellos nos llena de esperanzas. Saber que podemos ir abriendo otras posibilidades, construir un espacio seguro y verlas empoderarse en sus derechos es una de nuestras mayores victorias. Luego de tantos años de trabajo directo, podemos ver una gran transformación. Hoy, en estos talleres, estamos hablando de temas como la sororidad, algo que ni imaginábamos un tiempo atrás.

Un antes y un después en este proceso fue cuando en el 2011 trabajamos en un proyecto que luego se convirtió en el grupo Somos Pytyvohára en derechos sexuales y derechos reproductivos. Este proyecto surgió luego de la realización de un taller de validación con niñas, niños y adolescentes en el marco de la elaboración del documento del Marco Rector Pedagógico por una Educación Integral de la Sexualidad. Escuchar lo que tenían para decir sobre cómo querían que fuera esa educación, qué temas querían abordar y quiénes querían que les hable fue un golpe de luz para nosotras. A partir de ahí la metodología de educación interpar —desde jóvenes para otras y otros jóvenes— fue un camino de ida en nuestra práctica.
Hoy en día BECA integra un equipo intergeneracional. Durante estos últimos años fuimos cosechando los frutos de la apuesta por la participación protagónica de adolescentes y jóvenes. Este trabajo intergeneracional nos colocó nuevos lentes para enfrentar los desafíos. Ahora sentimos la satisfacción de este camino andado que nos dejó y nos sigue dando tantos aprendizajes.
El cuidado como una apuesta política
La militancia es una tarea difícil. Especialmente si se trata de abordar un tema tan sensible como la violencia sexual. Luchar para no decaer ante tanta violencia también necesita de mucha energía y de mucho cuidado. Por esto, desde BECA apostamos al cuidado como una decisión política feminista que hoy más que nunca merece de atención.
Cada día nos desafiamos a mantener un espacio seguro donde ponerle palabra a nuestras incomodidades, desacuerdos y cansancios. No perder la vista de que somos humanas, nos equivocamos y que tenemos límites también forma parte de nuestra militancia por los derechos humanos, y los derechos sexuales y derechos reproductivos en especial.
Vamos creciendo a medida de lo que podemos dar, manteniendo la calidad del trabajo y la formación de las personas, con la mayor coherencia con nuestras ideas. Nuestros sentires y nuestra salud atraviesan todas nuestras acciones y a partir de ellas también nos vamos moldeando.

Hace treinta y un años abrimos las puertas de BECA para ofrecer nuestros corazones a la lucha por los derechos de niñas, niños y adolescentes. Soñamos con un Paraguay y autoridades que garanticen estos derechos. Vemos nuestras victorias, desafíos y aprendizajes como una luz de esperanza que nos impulsa a continuar.